Lingua, es un cuerpo resistiéndose a la palabra, a menudo tan corrompida, un cuerpo imponiéndose a esta, enseñándonos su capacidad de hablar sin ella. Cuerpo poético, al fin.
Natalia Fernandes con su pieza, Lingua, interpretada por Isabela Rossi y Fran Martinez, destacó en el 33 Certamen Coreográfico de Madrid sin necesidad de grandes alardes escénicos. La coreografía fue seleccionada como finalista, pasando así a la segunda ronda del certamen, el pasado viernes 13 de diciembre, llevándose el premio de la crítica, entre otros. Todo esto, con una propuesta arriesgada, pues no pretendia demostrar todo lo que los bailarines sabían hacer, en el corto plazo de diez-quince minutos, como sucede muy a menudo en los certamenes coreográficos. Ellos parecía que no tenian ninguna prisa y eso se agradeció.
La pieza arranca de manera minimalista y sutil, dos cuerpos que no pueden articular palabra porque no encuentran su lengua, están muy cerca pero no se tocan y eso hoy, ya es casi una revolución, son pocas las veces que se ven coreografías que propongan y aguanten el no-contacto entre los bailarines.
Durante la primera parte, asistimos como a un ejercicio de contemplación, el tiempo está extendido, gracias también, a la música, solamente instrumental, de Ligeti. Los cuerpos se mueven por el espacio, dibujando trayectorias, que a simple vista, parecen aleatorias y espontáneas, esto pude recordar un poco a Trio A de Yvonne Rainer, una bailarina postmoderna
minimalista que generó controversia en el mundo de la danza de su tiempo, con su Manifiesto del no. Evoluciona sin que nos demos cuenta, con la tranquilidad de saber darle a las cosas el tiempo que necesitan, y ahora sí, más desesperados, se buscan arropados por la sugerente música de Frank