
Título: El Mal Comío no piensa
Coreografía: Malvin Montero
Intérpretes: Jean Pierre Ozuna y Malvin Montero
El Mal Comío no piensa, de la Cía. Zebra Prieta, fue una de las seis obras finalistas del 35º Certamen Coreográfico de Madrid. En ese marco, se presentó por segunda vez el sábado 11 de diciembre en el Centro de Cultura Contemporánea Condeduque, siendo una de las piezas más potentes a nivel coreográfico, dramatúrgico [que no ha sido, precisamente, el aspecto más fuerte del Certamen] y, sobre todo y ya desde su título, de compromiso social.
“El Mal Comío no piensa” que da nombre a la obra remite a una expresión de uso coloquial en la República Dominicana usada – con cierto sesgo clasista – para referirse a las supuestas malas decisiones de un sector de la población como consecuencia de su malnutrición. La obra en cuestión, en cambio, aún siendo corta y jugar con elementos muy sencillos logra sintetizar de manera exitosa una triple crítica: al concepto estereotipado de masculinidad, al tipo de cuerpos hegemónicos que frecuentan los escenarios contemporáneos y al modo en que éstos se mueven.
Se trata de un dueto de hombres afrodescendientes, altos y fornidos, semidesnudos, vestidos únicamente con una chaqueta de trabajador de la basura, botas, y un suspensor. Al inicio de la pieza aparecen ubicados en el centro del escenario donde, favorecidos por la iluminación, comienzan a moverse dejando como “instantáneas” de imágenes concretas de lucha, fuerza o resistencia, mediados por movimientos ligados en cada cambio de “fotos”. La escena parece milimétricamente establecida, revelando de entrada el virtuosismo de los dos bailarines.
Jean Pierre Ozuna y Malvin Montero tienen una presencia escénica avasallante. No hay forma en que se pueda dejar de observarlos. Se mueven en el total silencio gran parte de la pieza, sin ningún acompañamiento musical, atrapando aún más la atención del público. En un momento dado, comienza a escucharse una potente canción del género urbano dominicano. Sin caer en resoluciones musicales apresuradas, esto funciona de manera atractiva y será el punto álgido del dueto. Con la entrada de la música los bailarines cambian de registro, ya no moviéndose en conjunto, sino que de manera individual. Manteniendo siempre la espalda al público, los intérpretes se mezclan entre movimientos de danzas urbanas como el voguing, alternando de manera precisa tiempos y calidades de movimiento.
Entusiasma ver una pieza de este tipo en la programación de un encuentro de danza tal como lo es el Certamen. El Mal Comío no piensa resultó premiada el sábado, además, con las residencias del Centro Coreográfico Canal de Madrid y del Carme Teatre, Valencia.