Compañía Zebra Prieta: El Mal Comío no piensa –  por Maykol Noya

Título: El Mal Comío no piensa

Coreografía: Malvin Montero

Intérpretes: Jean Pierre Ozuna y Malvin Montero

Es el día de la final de la edición 35 del Certamen Coreográfico de Madrid,  las seis piezas finalistas están seleccionadas.

Cuando se abre el telón por tercera vez en el Centro de Cultura Contemporánea Condeduque, se enciende una luz fija en el centro del escenario. Vemos aparecer en escena a una pareja conformada por dos hombres de piel morena y cabellos rizados luciendo una botas de cuero y chalecos reflectantes. Así empieza El Mal Comió no piensa, del coreógrafo Malvin Starlin Montero. La forma en la que aparecen nos da una impresión de masculinidad convencional: Sus cuerpos definidos con chalecos y botas nos hace pensar en dos hombres que muy bien podrían trabajar en la construcción.

Cuando los cuerpos se empiezan a mover, lo que primero salta a la vista es que en la parte parte inferior de sus cuerpos la pareja de hombres viste tangas brasileras que dejan completamente al descubierto sus piernas y glúteos. El movimiento empieza con un choque de sus pechos y, desplazando sus cuerpos por lo largo y ancho del escenario, con algunos movimientos del hip-hop en combinación con otros de danza más ‘contemporánea’. Hasta aquí en escena vemos dos cuerpos danzantes que siguen encajando dentro de los estereotipos normativos.

Sus movimientos fuertes, imitando a un caballo o a un hombre en moto, aparentemente carentes de sentido, cómicos y pintorescos, van cambiando poco a poco de forma a medida que la pareja juega con sus identidades. Aparecen algunos movimientos de influencia afro, y con ellos la imagen y el cliché de masculinidad preconcebidos al inicio de la pieza se van desdibujando para dejarnos ver a dos bailarines que danzan libres mientras disfrutan de sus cuerpos en movimiento. Esta vez con gestos más suaves e incluso más femeninos nos muestran otra cara de su talento, caminando como en una pasarela con movimientos sensuales de caderas y abriendo una nueva perspectiva para la propuesta.

Lo que para muchos podría parecer vulgar, nada elegante o fuera de contexto, es una muestra de cómo se pueden traer nuevas propuestas y nuevos lenguajes a los clásicos escenarios del arte.

Y está vez de la mano de dos morenazos con sus culos al aire.

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