
Título pieza: Labranza
Coreografía e intérpretes: Reinaldo Ribeiro, Paloma Hurtado, Daniel Rosado – CIA Lamajara.
Música Original: M. Lastra.
Iluminación: H. Horneman.
Vestuario: A. Santiago
Asistencia: M. Dénoue
Producción: R. Perales
El 30 de noviembre de 2016 en el treinta aniversario del Certamen Coreográfico de Madrid, la compañía Lamajara, presentaba Labranza. Reinaldo Ribeiro, Paloma Hurtado y Daniel Rosado acceden a la final con esta pieza y fueron premiados con una residencia en La Nave del Duende (Casar de Cáceres ) y con un premio de programación en Costa Contemporánea.
Lamajara presenta una pieza madura y coherente que se desarrolla en una atmósfera casi ritual. El movimiento cuenta con una fuerte carga expresiva proveniente de las labores del campo, que, abstraídas, alcanzan una dimensión poética que nos transporta a un mundo rural, casi antiguo, de trabajo, de contacto con la tierra, de esfuerzo, cansancio y naturaleza.
Plantean una pieza cálida que nos remite a la esencia de lo humano y que abandona lo espectacular con el uso bien articulado de pocos elementos: cuerpos sensibles que apuestan por la calidad en acciones simples en lugar de hacerlo por una demostración de virtuosismo. Abrazada por una luz que acompaña el movimiento y el avance de la pieza al mismo nivel que el resto de elementos y un espacio constituido por palos verticales que en un principio delimitan el espacio y acabarán siendo el pilar de apoyo para la resolución de la pieza.
Vemos un trabajo que se apoya de forma sólida en la construcción de imágenes y estímulos a la imaginación del espectador, prescindiendo de evidenciar los paradigmas coreográficos de secuencia, frase coreográfica, contaje de tiempos y predeterminación de forma. Nos encontramos ante una propuesta con una estética cuidada desde todos los elementos que la componen. Resulta un trabajo muy fino que coordina luz, cuerpo, espacio, vestuario y música en un todo homogéneo donde cada elemento de la construcción escénica opera sobre la identidad de la pieza sin establecer una relación jerárquica con el resto.
Asistimos a una experiencia de sensibilidad creativa, de conexión con la raíz, un acto de revisión de la verdad física, el recuerdo de la esencia elevado a poesía visual, un trabajo consciente y minucioso, una danza de labores, un ejemplo de compromiso interpretativo. Un encuentro con la falta de pretenciosidad, la reivindicación de la simpleza y la armonía como pilares de la creación de una pieza que en sí misma es tan fértil y profunda como la tierra de que habla.
Fernando Trujillo
(Fotografía de JC Arévalo)